Luego de meterle hasta las bolas en cucharita donde me masajeaba las pelotas mientras la destrozaba, se subió encima mío y me cabalgo a lo bestia, gimiendo como loca sin control mientras yo le cacheteaba las tetas, se las jalaba y las hacia rebotar; eso la excitó más porque se vino encima mío toda mojada y yo sudado como mierda porque hacia un calor de la csmr. La perra, una vez mojada y ya habiéndose venido, se empezó a pajear encima mío; la deje hacerlo por un rato mientras le decía que era una super puta perdida y sin remedio lo que por lo visto le gusto. Luego como teníamos el espejo en el techo, hicimos competencia de pajeo; cuando ya ella estaba por venirse gritando como loca, le quite la mano de la concha así bruscamente y le chupe la concha para luego penetrarla de frente. Eso fue lo mejor porque la zorra gimió entre placer y dolor, poniéndose los dedos en el clítoris aun mientras yo le metía el troncazo. La perra no paraba de loquearse diciéndome “asi papito…!!!, dame, no pares, por favor”. Yo le respondía “perra quieres que pare tu tortura?” y ella al toque decía “no, por favor, no me la saques, sigue por favor o te mato…” Estuvimos así cachando como 10 minutos más, yo penetrándola y ella moviendo las caderas y la pelvis para sentirla más profunda, hasta que nos cansamos, así que decidí darle un “descanso” a su concha, pero no a ella. Porque así jadeando la puta, me fui al otro lado de la cama, le hice abrir su boca y le introduje mi pinga toda mojada y sudada. La muy puta no pidió descanso ni tregua, más bien me pajeaba la pinga con la boca y lengua, por lo que la cache por la boca estilo pela porno, entrando, saliendo y atragantándola salvajemente. Que rico me lamia la pinga y me la pajeaba, pero al mismo tiempo, ella se pajeaba la concha, asi que le hice a un lado su mano de su concha y le metí los dedos a la fuerza y a pajearla a la par que ella me mamaba el mazo.

Delicioso ver a una perra ya poseída por la pinga, dejarse hacer cochinadas obscenas ya sin control y sin piedad; más bien ella me agarraba el brazo y me lo empujaba más adentro hacia su concha, mientras se retorcía del placer o del dolor. Supongo se vino por enésima vez porque por momentos parecía que dejaba de respirar y parecía perder la visión. Cansados ya de pajearnos, le ordene se ponga en 4 y se la metí sin misericordia, primero en pose normal y luego jalándole los brazos hacia atrás con fuerza, para que mi pinga penetrara con más fuerza y dolor. Supongo le dolió más, porque empezó a gritar como esas japonesas de pelis porno cuando las violan y las hacen gemir tipo monita atravesadas. Como ella tenía la boca pegaba a la cama, se puso a gritar mientras botaba baba y ya hasta me daba pena verla en ese estado tan sometida, como si fuera mi esclava, pero no por eso paré, más bien la hice que se eche y yo encima le sigue dando y de ahí cambiamos a cucharita. Ahí fue donde ocurrió un pequeño “accidente” porque cuando saqué mi pinga de su concha, la vi algo manchada de sangre. Le mostré y me dijo que a veces, cuando le dan muy duro como yo le estaba aplicando, le ocurría eso. Tengo que admitir que se me fue la mano porque la trate como mi propiedad sexual, y le aplique sin piedad, ni perdón ni descanso y supongo la concha se le irritó, pero como nunca se quejó, supuse que no sentía dolor.
Para no hacerla más larga, simplemente fui a lavarme las manos, cambiarme el jebe y procurar ser más “delicado”. De todas maneras, ver sangre me hizo recapacitar un poco por ella y porque las ETS se transmiten más fácil por la sangre, aunque estaba protegido por jebe. Entonces preferí terminar en su potito, ya no penetrarla por la concha porque ya nos habíamos pasado cachando como 40 minutos y los 2 ya empezábamos a cansarnos luego de tanta matanza. Puse manos a la obra y le dije que terminaríamos por su culito, pero no sin su ingrediente especial. Ella se traumó un poco cuando me vio agarrar mi correa, pero le dije que no la iba a azotar, sino a cabalgar. Le puse la correa al cuello, misma yegua salvaje, le introduje la pinga al culo y así jalando la correa para que le apriete el cuello, se la metí duro y sin piedad por el culo… ella trataba de que no le apretase demasiado por el cuello, pero eso la hacía arquearse más, lo que yo aprovechaba para metérsela más por el ano. Casi llorando ella, logre terminar en su culo luego de tirar bestialmente por cerca de 50 minutos.
Como podrán leer, hice con ella básicamente lo que me dio la gana y ella lo acepto y siempre se mostró predispuesta y morbosa para aceptarlo. Muy pocas veces he conocido peruanas que atraquen tantas pendejadas, pero esta gaucha sí que tuvo un aguante bárbaro, y de lo que pude ver, fue porque realmente goza siendo penetrada, dominada y destrozada por una buena pinga.